Catecismos españoles
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   El proceso de los catecismos españoles postconciliares ha sido algo accidentado y en cierto sentido poco brillante; desde luego no tanto como la hermosa trayectoria de los catecismos históricos españoles.
   Superada con el Concilio la etapa del Ripalda y del Astete, los dos magníficos textos que se mantuvieron en vigor desde el siglo XVI, se procedió a una revisión de formas, contenidos y estilos, al igual que se había hecho en los otros ámbitos culturales europeos.
   Propiamente hubo tres momentos en ese proceso de revisión. Un momento de sustitución, el de creación y el posterior tiempo de indecisión, inexplicable en un siglo que se caracteriza por la rapidez de cambios y reacciones.

   1. Etapa de sustitución

  Se inició en 1956 y llegó a 1976. Implicó una tímida reacción para sustituir los catecismos clásicos por otros más acomodados a la vida y a la sociedad.
  La decisión de la Conferencia Episcopal de hacer un catecismo nacional nuevo se tomó entre 1955 y 1956. En 1957 surgió el "Catecismo nacional texto úni­co".
  Se preparó en el contexto de la organización escolar nueva que diseñaba la Educación Primaria en tres niveles o ciclos, aunque pronto se abandonó la idea de ciclo y se organizo en ocho cursos de educación primaria.
   Eran tiempos de nacionalcatolicismo y todos los estudiantes españoles, incluidos los universitarios, tenían que cursar tres materias obligatoriamente y pretendidamente formativas (las tres marías): "gimnasia" y "política" a cargo de profesores designados por el partido único rector del gobierno y "religión" encargada a la Iglesia.
   Los cuestionarios de la Enseñanza Primaria marcaron la pauta formativa escolarizada; y los catecismos nuevos se arbitraron por la Confe­rencia Episcopal en tres niveles: niños pequeños, medianos y mayo­res.
    En 1957 apareció el Catecismo Nacional de 1º grado, con 106 preguntas, 31 pági­nas en tamaño de 9 x 13,5 cms. y al precio de 2 pesetas. El 2º grado tenía 303 preguntas, en 11,5 x 15 cms. y contenía ya una terminología más compleja y casi inasequible para los alumnos.
    El 3º Grado se publicó ya en 1962, en texto seguido. Y sistematizaba los contenidos anteriores con más claridad.


   Resultaron textos menos luminosos que los clásicos, difíciles por la terminología, costosos por los esfuerzos memorísticos que presuponían y menos atracti­vos para los alumnos.
   Ya en 1966 la Conferencia Episcopal española reclamó de una comisión de expertos una revisión de los textos, en cuanto a contenidos y a presentación.
   En 1968 se publica por la misma edito­rial de la Conferencia Episcopal (EDICE) una serie de "Catecismos escolares oficiales" ad experimentum, que tienen la ventaja de ofrecer libros interesan­tes para el ámbito escolar, pero la desventaja de entrar en liz con las demás editoriales comerciales que publican textos escolares y caer en la tentación de fundar un monopolio editorial para todo lo relacionado con la religión.
   Los tomos para los cuatro primeros cursos quedaron paralizados por el anun­cio de una profunda revisión en la Enseñanza Primaria que cristalizaría en la Ley General de Educación de 1969.
   En 1971 se editó todavía el Catecismo escolar de 6º Curso y en 1972 se editaron catecismos para  4º y 5º cursos, pero sólo con la mente puesta en las estructuras escolares.

    2. Momento de creación

   En ese contexto de desacierto, desconcierto y de intereses editoriales, se inició un período de creativa actividad, asumido por la Conferencia Episcopal en su XVII Asamblea de Noviembre de 1972. Se determinó un plan de catecismos de "la comunidad cristiana" que fueran diferentes de los escolares. Ello no impediría que también la Editorial comercial del Epis­copado publicara textos, como las demás editoriales, sin afanes competitivos ni mercantiles que evidentemente no co­rrespon­den a una Conferencia episcopal.
   El plan aspiraba a desarrollar seis niveles catequísticos: pequeños, media­nos, mayores, preadolescentes, jóvenes, adultos y, por lo tanto, de seis catecismos sin especial referencia al ámbito académico y con objetivos predeterminados, pero con la mirada puesta en la parroquia y en la familia con preferencia:
     * Catecismos del despertar religioso para los más pequeños.
     * Catecismo de iniciación cristiana para la segunda infancia.
     * Catecismo de la infancia adulta, para lograr una síntesis básica de fe.
     * Catecismo de preadolescentes, como guía de perso­nalización religiosa.
     * Catecismo de Jóvenes o de la madurez cristiana.
     * Catecismo de Adultos, como referencia de la Comunidad cristiana.
   A lo largo de 20 años se fue realizando y aplicando el plan, el cual no quedó terminado (pues no nació el catecismo de jóvenes ni el de adultos) por el desgaste del tiempo, por la dispersión de formas y criterios de los que actuaron para realizarlo y por la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica en 1992.

   2.1.  Catecismo de preadolescentes

   Se consideró prioritario el sector de la preadolescencia y por eso inició la serie. Bien orquestado periodísticamente, se elaboró con interés, empe­ño y sincera reflexión durante cuatro años. Se superaron las dificultades de planteamiento y los malos recuerdos de los textos escola­res anteriores.
   Su título "Con vosotros está" respondió a la orientación cristocéntrica que tuvo en los planteamientos iniciales. Su estilo y su metodología se centró en la entonces llamada "catequesis de la experien­cia" que fue una preferencia didáctica que primaba los hechos humanos y las realidades terrenas como medio de llega a lo trascendente, siempre más abstracto y remoto para poder ser descubierto por personas inmaduras.
   Se apoyó en una previa encuesta sociológica sobre 2.000 preadolescentes de 16 Diócesis y la muestra reflejó la situación del preadolescente español: un buscador de su identidad y persona que se abre a nuevas relaciones. Hubo una encuesta teológica en forma de semina­rios sobre la demanda espiritual del preadolescente. El 15 de Febrero de 1974 la Comisión Episcopal de Educa­ción y Cate­quesis aprobó el esque­ma:
      -“ Cristo está con nosotros,
      - nos descubre el misterio de Dios,
      - ilumina el misterio del hombre,
      - y ayuda a entender el mundo.”
   Se perfilaron dos ejes, el antropológico y el teológico: el primero basado en la experiencia del preadolescente y el segundo sustentado por la Palabra de Dios.

 


      Redactado cada tema de los previs­tos, se remitía a los Obispos para su crítica y luego se depuraba. Del centenar inicial quedaron 74. Se presentó el conjunto a la XXIV Conferencia Episcopal en Febrero de 1976 y fue aprobado por 52 votos a favor, 18 en contra y 5 abstenciones. Los 23 disconformes dejaron el catecismo en situación frágil ante la crítica de los reticentes a la linea pedagógica del momento, la llamada “catequesis de la experiencia”.
   Fue aprobado por la Congregación del Clero el 7 d Agosto de 1976, pasando a ser catecismo oficial, con disgusto de los redactores que hubieran preferido la unanimidad en su aceptación episcopal. Pero el milagro de la unanimidad no es frecuente en los asuntos de Iglesia.
  Se editaron con sobriedad, en cuatro pequeños y agradables volú­menes, en tamaño original, 20 x 21 cms, con vocabulario asequible y con ciertos puntos resaltados en cuadros.
  Termómetro eclesial de este catecismo eran las abundantes referencias bíblicas existentes: 234 del A.T. 551 del N. T (319 de los cuatro Evangelios), 62 del Concilio Vaticano II, 112 de Padres, Santos y Tradición.
  La riqueza psicológica, más que la claridad teológica, fue la nota distintiva. Se apoyó en la psicología de Eric Erikson, en libros divulgados entonces: "Infancia y Sociedad", "Identidad, juventud y crisis", "Historia personal y circunstancia histórica", "Sociedad y adolescencia".
  El catecismo se extendió con profusión por las parroquias y las escuelas, a pesar de algunos comentarios adversos que surgieron.

   2.2. Catecismos de la infancia

   Fueron dos diferenciados: el titulado "Padre nuestro" par niños no lectores y orientado a servir de enlace entre padres, educadores y niños; y el titulado "Jesús es el Señor", dirigido a niños ya lectores, cuya meta en lontananza era la preparación a la primera comunión por el descubrimiento de Jesús y de su Evangelio. Ambos su publicaron en 1980 en forma experimental y en 1982 definitivamente.

    2.2.1. Padre nuestro 

   El Padre nuestro se apoyaba en gráficos para niños que no saben leer y en temas conformes al egocentrismo infantil, a su tendencia fabulatoria y animista y adaptados a su afectividad orientada a satisfacer la necesidad de atención y protección.
   Asumía una metodología globalizada y sensorial. Importaba el dibu­jo, el color, la música, el juego... pequeñas frases bíblicas para comentar y figuras para observar y conversar con los mayores.
   Olvidaba un poco las aficiones narrativas de esta edad y observaciones sabias como las de Marie Fargues o de María Elena Lubienska de Lenval, que por entonces eran muy conocidas.
   Pero conseguía su objetivo que no era otro que ayudar en el despertar religioso infantil, que acontece a los 3 a 6 años.
  Iba dirigido a los padres y catequistas y subsidiaria­mente a las escuelas. Sus 24 temas de contenido se centralizaban en tres núcleos vitales para el niño:
   * Necesidad de ser querido: mirado, reconocido... Dios me ama. (Temas 1 al 8)  
   * Experiencia de crecimiento: Dios Padre me da la vida y me hace crecer (Temas 9 al 13)
   * Comportamiento que debemos tener y Jesús que enseña el camino (Temas 14 a 24)

    2.2.2. Jesús, nuestro hermano.

   El 2º Catecismo de la comuni­dad (diri­gido a niños de 6 a 9 años) realizó un giro interesante al contar ya con la lectura y poder ofrecer una síntesis moderada de cultura religiosa.
   Se preocupó de ofre­cer información elemental, pero suficiente, de los principales misterios cristianos, así como sugerencias de vida práctica. Pero de hecho se diseñó como una preparación sacramental del niño.
   Resaltaba los mensajes del Evangelio y, sobre todo, la figura central de Jesús. Y hacía refe­rencia a la Iglesia, a la vida cristiana, a la oración y a los sacramentos y mandamientos en un esquema progresivo, bien trabado y comentado.
   Las ideas se ordenaron en tres partes centradas en Jesús. La primera con 13 temas se titulaba "Queremos conocer a Jesús". La segunda, "Jesús está con nosotros", tenía otros 13 temas y presen­taba la Iglesia y la vida cristiana, los mandamientos y los sacramentos en forma atractiva. La tercera parte recogía en terminología y planteamientos infantiles las plegarias de la Iglesia, el rito penitencial y la plegaria eucarística.
   En este esquema es fácil descubrir la intención y orientación sacramental del catecismo, diseñado como guión de la iniciación en los sacramentos básicos del cristiano.

 
    2.3. Textos escolares

   Paralelos a los catecismos primero y segundo se divulgaron entre 1980 y 1984 una serie de ocho "catecismos" escolares que pretendieron atender a las demandas escolares de la educación religiosa.
   Los ocho "Nuevos catecismos escolares" siguieron líneas similares a los de la comunidad cristiana, pero no fueron otra cosa que unos textos académicos más en clave de actividad editorial y respon­die­ron en parte al afán publicista, y tal vez mercantil, de la Editorial del Episcopado Español (EDICE).
   Con todo justo es reconocer que, aun­que no fueron los mejores del "mercado" por metodología, contenido y adaptación, resultaron bastante buenos y dignos de alabanza. Y tuvieron la singular fortuna de ir paralelos a los catecismos de la comunidad y facilitar la armonía educativa entre escuela y parroquia para muchos alumnos y catequizandos.
    Las otras casi 30 Editoriales españolas que trabajaban el mercado del libro multiplicaron sus esfuerzos en este terreno y lograron aciertos plausibles.

   2.4. El 3º de la Comunidad

   El Tercer catecismo de la Comunidad cristiana lleva por título "Esta es la fe de la Iglesia, esta es nuestra fe". En principio se dirige a los niños ma­yores y pretende ser una síntesis práctica y suficiente de toda la doctrina cristiana. Aprobado el 14 de Noviembre de 1985 por la Congregación romana del Clero, fue publicado en 1985.
   En sus 376 páginas distribuyó los temas en tres partes: la relativa a la fe cristiana, con 12 temas; la relativa a los Sacramentos, con 6 temas; la alusiva, a la vida cristiana, con 7 temas. El apéndi­ce oracional y la hermosa introducción sobre la Historia de la salvación enmar­can un texto amplio y ase­qui­ble.
   Los tres niveles tipográficos ayudan a entender lo esencial y memorizable (textos encuadrados e impresos en negrita), lo importante (comentario explicativo) y lo complementario (notas, fragmentos coloreados e impresos en letra pequeña).
   La excesiva amplitud del libro, mayor de lo que un catecismo infantil requiere, la sobriedad y escasez de ilustraciones son los dos rasgos negativos. Con todo, sus aciertos, al menos para determinada corriente de catequesis, le convierte en el mejor logro catequístico español en la segunda parte del siglo XX.
   Una señal de esa bondad puede verse en el hecho de haber sido adoptado por los Obispos italianos como "Il catechismo per la famiglia cristiana" y editado en 1989 con más elegante decoración tipográfica, con mejor ilustración pictórica, con más acertada maquetación.

 

  
 
 

 

 

   

 

 

 

3. Momento de indecisión.

   Ultima década del XX, a partir de la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica, en los niveles oficiales del Episcopado se sintió una parálisis catequística, al menos en lo que a catecismos se refiere.
   Los movimientos dispersivos políticos, lingüísticos, y en parte religiosos, de las comunidades periféricas de España (vascos, catalanes, gallegos), suscitaron una reticencia grande a cualquier iniciativa unitaria nacional de signo educativo.
   Las creaciones locales o regionales siguieron fluyendo con abundancia, elegancia, aunque no con exceso. Pero en los ámbitos parroquiales o archidiocesanos dieron buenos resultados. Por eso se multiplicaron los "productos catequísticos de cada diócesis" en materiales catequísticos de adultos, de primera comunión y de confirmación, que fueron los tres terrenos más cultivados en la mayor parte de las regiones.


   Los nuevos hechos sociales como la revolución informática, la disminución demográfica autóctona y la masiva afluencia de la población emigrante, la atonía ética de la sociedad y los múltiples gestos de corrupción social (violencia doméstica, homosexualidad, terrorismo) se añadieron a cierta sensación de fatiga religiosa (juventud marginada del cumplimiento religioso, campañas de prensa anticatólicas, crisis vocacional en seminarios e instituciones de compromiso religioso, desconcierto en las familias creyentes).
   La reacción de la Iglesia institucional podía haberse orientado a promover una etapa de creatividad constructiva y de alegría evangélica: movimientos juveniles confesionales vigorosos, nuevos catecismos reflejando la unidad y el fuego del Evangelio, promoción cautivadora de la justicia social, etc. Sin embargo, sin culpa de nadie, la última década del siglo XX y la primera del XXI fueron tiempo de espera, más de palabras hermosas que de hechos convincentes.


    Un nuevo plan de catecismos, supuesto que se consideren necesarios, non deberá marginarse de los hechos del mundo actual.
    - Nuevos lenguajes de uso masivo juvenil, como resultado de la invasión de la comunicación tecnológica.
    - Crisis de valores eclesiales tradicionales, sobre todo jerárquicos, paralela al vigor de movimientos vivos de jóvenes y adultos que aman la libertad y hablan de dere­chos humanos: Ongs del desarrollo, protestas antiglobalización, grupos pacifistas o ecologistas, y otros.
    - Pluralismo ético, religioso y social en una sociedad cambiante, insegura y poco propensa a asumir modelos de vida estable y conformismos permanentes.
    - Transformación económica y consumista, al ritmo del nuevo mundo europeo que diversifica las creencias o las ignora sin memoria de sus tradiciones cristianas.
    - Fenómenos nuevos asociativos: de sectas, de supersticiones, de grupos subterráneos de presión.
   No cabe duda de que, cuando se supere la sorpresa de haber iniciado un nuevo milenio, será preciso seguir mar­cando pau­tas evan­gélicas a los hombres del nuevo mundo y sobre todo guías catequísticas que eso son los textos de catecismo vigorosos y atractivos.
   Esta tarea se inicia, sin duda, en los años infantiles y juveniles. Los textos catequísticos, sean publicados en papel o asuman los soportes informáti­cos o internéticos, seguirán siendo "verdad, camino y vida" y también imprescindibles para las nuevas generaciones.

   4. Directrices brillantes

   Si los últimos años no han sido lumino­sos en textos catequísticos, en lo refe­rente a las directrices educativas y catequéticas ha habido un mayor acierto en el panorama español.
   La Conferencia episcopal y su secretariados se ha hecho eco de los muchos problemas que el cambio cultural suscitan y han elaborado documentos muy logrados, tanto asumiendo los procedentes de organismos romanos como elaborando directrices propias excelentes.

   5.1. Asimilación internaciona­l

   El eco del Concilio Vaticano II se ha mantenido catequísticamente en las décadas siguientes en el gobierno de la Iglesia católica. El Concilio no hizo ninguna declaración explícita sobre la cateque­sis y la evangelización; tampoco publicó ningún documento concreto sobre el te­ma. Pero en­tendió que la responsabilidad evangelizadora estaba en la base de sus trabajos y de sus declaraciones. Por eso Pablo VI, en la clausura, definió los 16 documentos ema­nados del aula conciliar como "el catecismo de los tiempos modernos".
   Posteriormente las sugerencias del Concilio se recogieron y ordenaron en documentos que desarrollan las normas y consignas conciliares.
    - En 1971 se publicó el "Directorio General de Pastoral Catequética" bastante bien elaborado.
    - En 1975, después del Sínodo sobre la evangelización, Pablo VI publicó la Exhortación Apostólica "La evangelización en el mundo contemporá­neo" (Evangelii Nuntiandi)".
    - En 1979 surgió la Exhortación Apostólica "So­bre el modo de dar la cateque­sis  (Catechesi Tradendae"), de Juan Pablo II, marcó un camino interesante.
    - El 25 de Enero de 1983, Juan Pablo II promulgó el "Nuevo Código de Derecho canónico" que contiene múltiples normas eclesiales sobre educación y catequesis.
    - En 1992 Juan Pablo II publicó el am­plio "Catecismo de la Iglesia católica"
    - En 1997 el "Directorio General de Pastoral catequética" ofreció pistas actualizadas para la educación de le fe.


   Estos documentos fueron bien acogi­dos y aprovechados en la Iglesia españo­la y dieron origen notas, comentarios, grupos de estudio y, sobre todo, realizaciones prácticas en casi todas las Diócesis y en los mismos Secretariados de la conferencia episcopal española.
 


   5.2. Documentos nacionales

   Pero también se manifestó la creatividad española en las líneas generales emanadas de la misma Conferencia Episcopal. Entre otros muchos, se pueden recordar algunos textos orientadores para las Diócesis y los Institutos.
  - En 1983 salió el documento episcopal más significativo que marcaría la pauta catequística de final del siglo XX. Se titulaba "La catequesis de la comunidad: Orientaciones pastorales para la catequesis en España hoy".
   Era el marco de referencia de los catecismos de la Comunidad superadores de los textos escolarizados. Y buscaba la síntesis de las tres corrientes o formas de catequesis que, en la historia reciente española, han prevalecido:
   - Catequesis doctrinal: lo fundamental es la transmisión de verdades.
   - Catequesis kerigmática: transmite, no la doctrina, sino a Cristo como síntesis de la historia de la salvación.
   - Catequesis antropológica: el interés se pone en el sujeto  que vive la cate­quesis. (Catequesis de la experiencia)

   Pero además de este documento cla­ve, otros merecen ser recordados:
  - La "Educación de la fe del pueblo cristiano". Reflexiones de la XVIII Asamblea Episcopal del 7 de Julio de 1973.
  - "El catequista y su formación". Orientaciones pastorales del Comisión episcopal de enseñanza y catequesis del 8 de Septiembre de 1985.
  - "La verdad os hará libres". Instrucción Pastoral de la Conferencia Episcopal del 20 de Noviembre de 1990 sobre la educación moral de la sociedad.
  - "Orientaciones generales de pastoral de juventud". Orientaciones para la elaboración de Proyecto de Pastoral de Juventud, dada en la LV Asamblea Plenaria en 1991
  - "La iniciación cristiana". Reflexiones y Orientaciones del Episcopado del 27 de Noviem­bre de 1998 en la LXX Asamblea plenaria.
  - "La familia, santuario de la vida y esperanza de la sociedad". Ins­trucción pastoral de la XXVI Asamblea Plenaria, del 27 de Abril del 2001
  - "Orientaciones pastorales para el catecumenado". Instrucción de la XXXVIII Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal
    Los Catecismos siguen siendo elementos básicos de referencia para quienes dan catequesis. Pero también lo son las orientaciones emanadas de los Obispos corporativamente reunidos o en el ejercicio particular de la pastoral de cada Diócesis.
    Aunque las metodologías, las consignas pedagógicas y las dinámicas catequísticas van cambiando en los catecismos, según los tiempos y las influencias de diversos ámbitos, el mensaje que llevan es siempre el mismo: la doctrina de Jesús contenida en el Evangelio y enseñada por la Iglesia.